Mujeres al timón: secretos y claves del liderazgo femenino

Orgulloso de ser Coach de una de estas mujeres, claves del liderazgo femenino.
Acompañar en las incertidumbres de sus decisiones y el impacto sistémico de sus acciones.
Me compromete a un estar presente muy profundo para poner a disposición mis mejores prácticas.

También acabo de regresar de México y trabaje con mujeres con otros desafíos, con mayores incertidumbres de cuestiones básicas de supervivencia.

Lo que tienen en común estas mujeres de dos estratos sociales diferentes es:
el coraje para los desafíos de la magnitud que cada una puede sostener;
el entusiasmo, la fe y una esperanza radical;
el agradecimiento por lo recibido, cada una de acuerdo con su posibilidad, desde honorarios profesionales, cartas, chocolates, recuerdos regionales y sobre todo, una sonrisa y abrazo desde el corazón.

Agradecido por mi profesión, por abrir posibilidades, por este hacer-ser que me dignifica.
Gracias

Mujeres CEO de empresas líderes y ex CEOs, ahora en la función pública, cuentan cómo deciden y mandan día a día.

Hay un estilo de liderazgo femenino? Se suelen adjudicar a las mujeres cualidades diferenciales a la hora de ejercer puestos de conducción: intuición, habilidades interpersonales, trabajo en red, comunicación eficaz. Sin embargo, las mujeres que efectivamente ocupan posiciones de liderazgo en organizaciones lo desmitifican, y hablan de claridad en los objetivos y disposición a “hacer lo que hay que hacer” para tener éxito en el camino. Sin que esto signifique dejar de lado las particularidades de la carrera femenina, atravesada por los tiempos de la maternidad y la crianza.

Las mujeres ya son cerca de la mitad de la dotación de las empresas y su presencia crece en distintos puestos de conducción política. Pero, a pesar de las políticas corporativas que favorecen la diversidad, diversos estudios revelan que todavía es muy reducida su llegada a las altas gerencias y los puestos de dirección. Para analizar las causas de este desequilibrio, iEco convocó a tres ejecutivas de distintas generaciones, que son número uno de sus empresas: Sandra Yachelini, CEO de Universal Assistance (y ex CEO de Microsoft y SAP); Vanina Rudaeff, CEO de J. Walter Thompson, y Marina Díaz Ibarra, gerente general de Mercado Libre.

A las que se suma la palabra de funcionarias que provienen del mundo corporativo: la canciller, Susana Malcorra, la presidente de Aerolíneas, Isela Costantini, y la secretaria de Promoción de Inversiones del Ministerio de Comunicaciones, Clarisa Lifsic.

–¿Cómo llegaron al lugar que ocupan hoy y qué dificultades encontraron?
Vanina Rudaeff: Estudié y amo la publicidad. Trabajé desde muy chica, mientras estudiaba, y me fui desarrollando en esta industria aprendiendo a compatibilizar los distintos roles que a las mujeres nos toca desempeñar en la vida. Estoy casada hace 16 años, tengo dos hijos: uno de 13 y otro de 11, y nunca tuve una “pausa” más allá de las licencias por maternidad normales. Amo el rol que ocupo y me ha costado mucho ganármelo. Es la primera vez que soy gerente general y para llegar a serlo decidí dejar mi puesto en la agencia donde estuve 17 años y me formé, de la mano de Fernando Vega Olmos y Hernán Ponce, dos genios. Creo que es una cuestión de voluntad, como mujer, poder llegar, trabajar y compatibilizar con otros roles. Y no se trata del multitasking , sino de superponer roles exitosamente tratando de ser feliz en cada uno de ellos.

–Sandra Yachelini: Soy ingeniera electrónica y estuve en la industria de Tecnología durante 29 años. Cambié de rubro para ser CEO de Universal Assistance y estoy muy contenta de estar de vuelta en la Argentina, ya que estaba viviendo en los Estados Unidos. Siempre tuve la fantasía de un cambio de industria; soy bastante inquieta, me divierte aprender y entregar parte de lo que aprendí. Como decía Vanina, las carreras y las vidas son un camino para tratar de estar bien con la familia, los amigos y disfrutar lo que uno hace. Tengo una hija de 26 años. Mi primer viaje de trabajo lo hice cuando ella tenía dos meses. Me llamó mi jefe de ese momento y me dijo: “Hay una oportunidad de que tomes este puesto y vayas 15 días a Estados Unidos para que veas unas aplicaciones”. Mi marido se quedó cuidándola. Somos una perfecta sociedad conyugal y creo que tiene que ser así, porque siempre tenés desafíos de carrera y si no, no lo podés manejar. O podés cambiar de esposo, pero es más complicado (risas).

–Marina Díaz Ibarra: Se aplica la frase de Sheryl Sandberg (directora de Facebook) que dice que la decisión de carrera más importante de una mujer es el marido o el compañero que elije. Soy licenciada en Economía. Cuando egresé, vi que lo mío venía por el lado del marketing y lo comercial. Ingresé al plan de JP de Unilever y me mandaron al Centro de Innovación Regional, en San Pablo, donde tuve un gran mentor, Sebastián Reyes, que me dijo: “Vos estás para irte afuera”. Empecé a aplicar a los MBA del exterior y me aceptaron en Wharton. En ese momento tenía una vida como la de cualquier chica de 28 años: una casita, un novio; fue un punto de inflexión, porque decidí vender todo y me fui a hacer la América. Siempre tuve mucha afinidad con los deportes y me hicieron una oferta para trabajar en Nike. Me dijeron: “Sos argentina, viviste en Brasil, está la Copa del Mundo, así que vas a trabajar en fútbol”. No me gusta el fútbol para nada, pero ya desde la carrera estaba acostumbrada a ambientes masculinos y meterme en ese mundo, hablar con presidentes de clubes o agentes de FIFA, me forjó mucho el carácter. Y creo que puedo decir que probablemente soy de las pocas mujeres que saben del negocio del fútbol con algo de autoridad. De modo que la transición al mundo de la tecnología, que también es muy masculino, fue muy natural. Los equipos de desarrolladores, las carreras de Sistemas, están dominadas por hombres en todo el mundo, no sólo en la Argentina.

 

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