Publicado el 20 de octubre de 2015 por Matthieu Ricard
En el mes de julio, Matthieu Ricard y Mark Tercek, presidente y director general de Nature Conservancy y autor de “Nature’s Fortune: How Business and Society Thrive by Investing in Nature”, (Riqueza natural: Cómo las empresas y la sociedad prosperan al invertir en el medio ambiente), entamaron un diálogo basado en preguntas y respuestas sobre los beneficios del altruismo y la preocupación ambiental.
Parte 2
Tercek: Admiro el énfasis que se le da en su libro “Altruismo” (Altruismo) a la ciencia “con sentido”. Usted afirma que la ciencia es muy clara al afirmar que –podemos entrenar nuestra mente para ser más amables y expresar más compasión-. Por favor díganos más al respecto.
Ricard: Durante mucho tiempo se ha asumido en la psicología, en la economía y en la evolución que el ser humano es esencialmente egoísta. Pero durante los últimos 30 años, los nuevos descubrimientos científicos muestran que el altruismo genuino existe y que puede expandirse más allá de nuestros seres queridos y llegar hasta los demás seres humanos y otras especies.
La colaboración entre los neurocientíficos y los contemplativos ha demostrado que el altruismo y la compasión son habilidades que pueden ser cultivadas con entrenamiento. La investigación ha mostrado sin ambigüedad alguna que el entrenarse en altruismo y compasión produce cambios funcionales y estructurales en el cerebro y que incluso puede cambiar la manifestación de los genes. Estos estudios también han permitido hacer una diferenciación entre la empatía (la capacidad de resonar con los sentimientos de los demás), el altruismo (desear que los demás sean felices) y la compasión (desear que los demás sean libres de sufrimiento).
Incluso si la competencia es generalmente más visible y más espectacular que la cooperación, los trabajos recientes demuestran que la evolución debe incluir la cooperación para crear niveles mayores de organización. Al parecer, actualmente necesitamos pasar al siguiente nivel de cooperación para afrontar los numerosos retos de nuestro tiempo.
Publicado el 06 de octubre de 2015 por Matthieu Ricard
En el mes de julio, Matthieu Ricard y Mark Tercek, presidente y director general de Nature Conservancy y autor de “Nature’s Fortune: How Business and Society Thrive by Investing in Nature”, (Riqueza natural: Cómo las empresas y la sociedad prosperan al invertir en el medio ambiente), entamaron un diálogo basado en preguntas y respuestas sobre los beneficios del altruismo y la preocupación ambiental.
Tercek: Me encanta su nuevo libro “Altruism” (Altruismo) y la manera en que reta a la gente para que sean altruistas con el fin de crear un mundo mejor. ¿Cuál es su definición del “altruismo”?
Ricard: El altruismo es un estado mental de benevolencia. Ser altruista significa preocuparse por la situación de todos los que nos rodean y desearles bienestar. Esto debe ir de la mano con la determinación de actuar por su bienestar. Valorar a los demás es el estado mental principal que lleva al altruismo.
Cuando el altruismo es nuestro estado mental principal -nuestro funcionamiento por defecto-, éste se manifiesta a través de la bondad hacia quien quiera que entre en nuestro centro de atención y es sinónimo de buena voluntad, buena disposición e inclinación a ayudar. Cuando percibimos que los demás tienen una necesidad apremiante, desarrollamos preocupación con empatía. Cuando la necesidad está relacionada con la búsqueda de la felicidad, el altruismo promueve la realización de dicha aspiración. Cuando la necesidad está relacionada con el sufrimiento, la compasión nos llevará a remediar dicho sufrimiento así como sus causas.
Por supuesto, debemos hacer todo lo posible para aplicar en acciones el altruismo y la compasión. Sin embargo, no debemos limitar el uso del término “altruismo” a comportamientos externos puesto que las acciones en sí mismas no nos permiten conocer con certitud las motivaciones que las generaron. Un obstáculo para pasar a la acción –que esté más allá del control de la persona que desea actuar- no disminuye para nada la naturaleza altruista de su motivación.
Tercek: Me gusta bastante el énfasis que el libro le da a los retos ambientales y a la manera como el altruismo puede contribuir al progreso del ámbito ambiental. ¿Qué consejo podría darnos a nosotros los ambientalistas para ser más altruistas en nuestro trabajo?
Apenas he empezado a escribir este artículo cuando mi ordenador me ha avisado de que tengo tres correos nuevos en mi bandeja de entrada. Además, he recibido dos llamadas y varios mensajes. Ya puestos, he entrado en el As para comprobar si había sucedido algo relevante en el mundo del deporte. Media hora y aún no he escrito ni una sola línea.
La desconcentración es continua, el bombardeo no cesa. Mi único consuelo, si podemos llamarle así, es que esto no me ocurre solamente a mí, es el signo de los tiempos digitales. Según las estadísticas, como máximo pasaríamos unos once minutos de media concentrados en una actividad antes de que algo o alguien nos interrumpa. Y si nadie lo hace, somos nosotros mismos quienes desconectamos. Por si fuera poco, cada desconcentración provoca que cueste entre diez y veinte minutos reemprender la actividad. No estamos acostumbrados a estar presentes en el presente. Nuestro cuerpo está, pero no nuestra cabeza. Nos hemos habituado a la distracción, a la atención parcial, algo parecido a una plaga universal de síndrome de déficit de atención. Se quiere estar tan conectado que se olvida de que lo primero es hacerlo con uno mismo. Y esto produce estrés, ansiedad, sensación de agobio, de llegar tarde a todo, de no tener tiempo para nada.
Así, no es de extrañar que haya irrumpido con fuerza el concepto de mindfulness. Esta práctica de origen budista cuenta con más de 2.500 años de antigüedad, sin embargo en Occidente no aparece hasta hace unos treinta años para tratar problemas asociados al estrés y al dolor crónico. Hoy, las aplicaciones de este concepto se extienden a casi todos los campos, como por ejemplo al de la educación y la enseñanza. Es habitual ver que las universidades ofrezcan a sus alumnos talleres de atención plena, conscientes de que en la mayoría de los casos la distancia que separa el éxito del fracaso no reside en el talento natural, sino en la capacidad de concentrarnos, que permite retener conceptos, relacionarlos, entenderlos e incorporarlos en nuestras estructuras de pensamiento. Y es que por más capacitado intelectualmente que uno esté, sin atención el suspenso es casi seguro. Se ha de comprender que el cerebro no es multitarea. Solo podemos concentrarnos en una cosa a la vez y si no lo hacemos, si intentamos estar en varios lugares al mismo tiempo, no conseguiremos un resultado tan satisfactorio como aquellos que con igual o menor capacidad que nosotros sí que son capaces de poner todo el foco de su atención en la actividad concreta que están desarrollando.
Francisco Varela (Santiago de Chile, 7 de septiembre, 1946- París, 28 de mayo, 2001). Biólogo y filósofo chileno, investigador en el ámbito de las neurociencias y ciencias cognitivas.
Su interés fundamental fue estudiar las bases biológicas del conocimiento, lo que lo llevó a investigar los fenómenos cognitivos y a interesarse principalmente por el fenómeno de la conciencia, un ámbito vetado por los neurocientíficos hasta el día de hoy.
Dentro de su interés por el fenómeno de la conciencia, Varela comienza el estudio de los mecanismos neuronales asociados a los fenómenos conscientes, en que investiga la sincronía de la actividad neuronal y su relación con la percepción y los estados de conciencia.
Por último, Varela se interesa en desarrollar una metodología para la investigación de estos fenómenos, que denomina neurofenomenología, en que intenta conciliar la mirada científica con la experiencia vital. Sobre esta forma de enfocar el estudio de la conciencia, se pueden encontrar influencias en la fenomenología de Maurice Merleau-Ponty, discípulo de Edmund Husserl.
Sin embargo, más importante es al respecto el acercamiento que realiza Varela a disciplinas de conocimiento oriental, como el budismo, la practicó en el transcurso de su vida, y con la que intentó generar un diálogo científico.
A su muerte, era Director de Investigación del CNRS (Centro Nacional de Investigaciones Científicas) en el Laboratorio de Neurociencias Cognitivas e Imágenes Cerebrales (abreviado LENA en francés).
Interesante video por la proximidad de Varela al Humanismo…
Nature Rx brings us a spoof of a prescription drug commercial that’s too funny because it’s painfully true.
Sometimes the best medicine can be simply turning off the screen and going outdoors.
What are you waiting for? Try nature today!
“Esto sigo, esto creo, en esto ando, por aqui hay un camino!” – Omar Ossés
Last month my colleagues and I completed a pilot of what well may be the most interesting project of my life. It was the pilot of a new type of MOOC (Massive Open Online Course) that pushes the MOOC design envelope by blending a globally transformative platform with an eco-system of deep personal, locally grounded learning communities. Below is the story and some key insights from this experiment that prototypes the 21st century university by putting the learner into the driver’s seat of profound social change.
The goal of the class, MITx U.Lab: Transforming Business, Society, and Self, is to empower change makers to co-sense and co-shape the future. This MOOC was offered through the edX platform. EdX was founded by MIT and Harvard and now includes 30-plus universities around the world. Our U.Lab MOOC included:
• >28,000 registered participants from 190 countries
• >300 prototype (action learning) initiatives
• >a vibrant eco-system of 350 self-organized hubs (pictures below)
• and 700-1000 self-organized coaching circles (of five persons each) plus
• four global live sessions with 10,000-15,000 participants/viewers each