Desde hace algunos años, el mundo empresarial vive un cambio de paradigma en lo que refiere a su cultura y dirección organizacional. Acompañada, quizá, por el cambio de generaciones al frente de las empresas y por la incorporación de las tecnologías, hoy se plantea también la necesidad de acelerar el desempeño y la efectividad para desarrollar los nuevos líderes.
Frente a ello, la formación en coaching y en inteligencia emocional se convirtió en herramienta fundamental. Es que estas disciplinas se centran en formar líderes con capacidad de identificarse en el otro y propulsar y estimular la eficiencia de un equipo de alto desempeño.
“Toda organización es una red de conversaciones pero, a su vez, también es una red nerviosa emocional y de personas que son las que hacen posible llegar a o superar una meta. La forma en que una organización conversa, cómo es su sistema de vinculación humana, lo que pasa a nivel emocional incide en sus resultados”, explica Cristina Schwander, cofundadora de Universidad Siglo 21 y directora de la diplomatura en Liderazgo Coach e Inteligencia Emocional que se comienza a dictar en mayo.
En la formación de un líder organizacional hay cuatro factores que intervienen: autoconocimiento, autogestión, conciencia social y gestión de relaciones.
Marcelo Bechara, presidente de Grupo Evoltis, sostiene que haberse formado en estas disciplinas le permitió hacer zoom en su autoconocimiento y así incorporar competencias y hábitos para ser más efectivo.